¡¡¡BIENVENIDOS!!! Este es un espacio para los estudiantes de Grado Cuarto y Quinto de la Institución Educativa Antonio José Sandoval Gómez de Tunja

jueves, 21 de febrero de 2019





MITO ZUÉ Y CHIA

"En un principio estaba la Tierra cubierta por la inmensa noche. En ella tan sólo habitaban los seres humanos: El cacique de la Iraca y su sobrino, el cacique de Ramiriquí.
En la tremenda soledad de la lugubrez eterna y la inconcebible monotonía de apenas dos seres solitarios que poblaban la Tierra, estos decidieron de seres humanos, para así romper la angustia que asolaba sus corazones. De esta manera fue como un día, los dos caciques, tío y sobrino, hicieron varios muñecos de barro, creando al hombre, mientras que, simultáneamente  confeccionaron otros cuerpos, esbeltos y hermosos, de unos juncos o varas huecas, y formaron a la mujer. Con el soplo divino del supremo creador las estatuillas cobraron vida, y animándose, corrieron alegres por todas las campiñas. Así se formo la raza humana.
No obstante, las tinieblas continuaban sumiendo la Tierra y a los hombres en la más desesperante oscuridad.
Apesadumbrado el cacique de Iraca con esa negrura eterna,le pidió a su sobrino, el cacique de Ramiriquí, que fuese a las alturas a traerle al mundo un consuelo de la luz. El cacique, con prontitud, inició su ascenso al cosmos ilimitado. Subía, subía el cacique de Ramiriquí por el inmenso vacío y llegó a tal altura, que de súbito se convirtió en un astro flugente, que iluminó con sus rayos esplendorosos la Tierra y la humanidad. ¡El cacique de Ramiriquí se tornó en el Sol!
La humanidad no conocía dicha igual, porque además de tan hermoso espectáculo que brindaba la luz sobre la Tierra, recibía calor para entibiarse en los crudos inviernos, como también  porque hacía germinar las plantas que les daba alimento fácil y seguro. Su dicha no conocía límites.
Mas el cacique de la Iraca no estaba del todo satisfecho, ya que durante parte del tiempo caían espesas sombras como las que otrora acongojaron a los espíritus. Esto es, a la luz le seguía la oscuridad, con su negrura y su frío. Acongojado, el cacique de la Iraca, quiso darle a la Tierra y a la humanidad, una luz que iluminase también en las noches.
Fue entonces como tomó la misma ruta que antes siguiera su sobrino, el cacique de Ramiriquí, quien se convirtió en el astro rey, soberano de las alturas; el cacique de la Iraca ascendió a distancias vertiginosas y, pronto él mismo se convirtió en otro astro, luminoso, pero menos incandescente: La Luna. Este nuevo luminar le dio al mundo una luz tenue en las noches, mas no tenía el esplendor ni el calor del Sol.
No obstante, era una promesa en los cielos, una compañía en las soledades de la noche, que amparaba al hombre hasta que apareciese en las alturas el magnifico y esplendoroso Sol.
En esta forma la Tierra y la humanidad, disipadas las tinieblas, adoraron en las altas cumbres de la bóveda celeste, sus dos luminares majestuosos: El Sol (Xué) y La Luna (Chía)."